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RESEÑAS


English-Only Europe? Challenging Language Policy

Robert Phillipson
English-Only Europe? Challenging Language Policy
Londres, ed. Routledge, 2003, 192 pp.
ISBN: 041528807X

Robert Phillipson, investigador británico asentado actualmente en Dinamarca, es conocido sobre todo por su libro Linguistic Imperialism, aparecido en 1992, que estudiaba críticamente desde distintas perspectivas el papel del inglés en el mundo durante las últimas décadas. Analizaba especialmente las diversas causas de la difusión del inglés en el mundo y las variadas funciones de esa lengua. Sus observaciones sobre la implantación del inglés como lengua cooficial en diversos Estados africanos y asiáticos y sobre los efectos de las decisiones políticas que habían llevado a ese resultado pueden leerse hoy como un temprano toque de atención respecto a las manifestaciones culturales de la globalización. Posteriormente Phillipson ha publicado también numerosos artículos y un libro de referencia sobre derechos lingüísticos individuales y colectivos, entendidos como derechos humanos de carácter general.

English-Only Europe? es un ensayo sobre la situación lingüística en Europa, sobre su historia, sobre las prácticas actuales en las instituciones de la Unión y las perspectivas de futuro. No es un tratado sobre la materia, sino que lo que hace es esbozar análisis de distintos problemas que se le plantean ante la situación actual a un lingüista crítico, que ha estudiado casos comparables en las más variadas sociedades del planeta y se interesa al mismo tiempo por las características únicas de la situación europea.

La obra está construida con la voluntad de aunar análisis concreto y desarrollo de un punto de vista general. Hace referencia a cuestiones como los riesgos de las políticas lingüísticas de laissez-faire, tema principal de su primer capítulo, o la necesidad de definir unos «derechos lingüísticos» y los principios de un sistema de comunicación equitativo. No rehúye, sin embargo, la concreción, y así el último capítulo del libro se titula «Recommendations for action on language policies» y aborda tanto las políticas lingüísticas nacionales como las que a su juicio deberían formularse a escala de la Unión.

Algunos aspectos de la obra, como el análisis de la compleja arquitectura institucional de la Unión y del régimen lingüístico oficial y real en sus distintos espacios, serán útiles sobre todo para el profano, y quien vive sumergido en las instituciones pensará quizá en la conveniencia de enfoques más especializados y advertirá incluso tal o cual error de detalle. Alguna recomendación, en particular la que se refiere al uso del esperanto en las instituciones, resultará chocante para quien no quiera apartarse de los horizontes realistas de las políticas de la Unión. Tales planteamientos no son, sin embargo, los que definen la perspectiva general del libro, aunque no sean incoherentes con ella. El autor considera de cerca la realidad y reconoce, por ejemplo, las virtudes igualitarias que tiene ya la política lingüística de la Unión en algunos aspectos. Así, por ejemplo, cuando observa que lenguas de tan escasa difusión como las de los Estados bálticos van a tener en ciertos niveles de la actividad institucional una implantación idéntica a la de las grandes lenguas (pp. 146-147).

Phillipson subraya que en las instituciones de la Unión están en marcha procesos de planificación lingüística de gran alcance. Para describir ese tipo de procesos se remite al modelo trazado en una obra traducida no hace mucho al español (Robert L. Cooper, La planificación lingüística y el cambio social, trad. J. M. Perazzo, Madrid, Cambridge University Press, 1997). Echa de menos, sin embargo, la formulación explícita de los principios en los que se basan las iniciativas de planificación actuales. Un objetivo esencial de English-Only Europe? consiste en reclamar que las políticas lingüísticas y las actividades de planificación lingüística derivadas de ellas, en los Estados miembros y en la Unión, sean objeto de un debate abierto, en el que puedan participar todos los interesados, desde las instituciones de distintos ámbitos y niveles hasta la opinión pública general y los ciudadanos. Quien coincida con esa aspiración se alegrará sin duda de que haya sido expuesta de forma tan convincente como en este ensayo.

Alejandro Pérez Vidal
Consejo de la Unión Europea
alejandro.perezvidal@consilium.europa.eu

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